Wednesday, April 16, 2008

JAY

Chili me pasó esta posta y la verdad me viene como anillo al dedo.
Oh, qué ad-hoc!

Los mejores días de mi vida, hasta ese momento, habían sido los últimos dos o tres meses
Luego de infructuosísimos años de falta de estabilidad emocional, de masoquismo y ridiculeces forzadas, de pésimas elecciones, de noches y noches, seguidas y sin descanso, de tormento.
De esfuerzo sobrehumano, de estrés pre y post traumático.
De dolor físico, de espíritu y mal karma.

Dos o tres meses gloriosos llenos de revelaciones.
De paz y tranquilidad
De amigas y teléfono apagado. De casa con flores. De hija con orden.

Una vez, en medio de los tiempos negros, soñé que me casaba con el que vendía, en mi sueño, los tickets en la boletería del tren.
A la mañana siguiente, llamé a Marí para contarle, pero como estaba durmiendo, le conté al padre, que fue el que me atendió el teléfono.

“Bueno, soñé que tu hijo (claro, el hermano de María al que yo jamás había visto) atendía la boletería del tren. Yo iba a sacar el boleto y me daba un beso. Sí, así, un beso asá. Y nos terminábamos casando. Qué loco, no? Bueno, cuando María se despierte decile que me llame, un beso, Bye”

Qué disparate, habrá pensado el tipo. Qué loca de mierda, o algo.

Como medio año después, el mismísimo día que yo terminaba una historieta con un pibito, conocía, en un cumple de María, a J.
Un par de meses más tarde, en pleno verano, nos volvimos a cruzar en un restaurante de Palermo-Gólico y hablamos toda la noche.
Un poco antes de que empezara el invierno, me llamó, luego de otra noche que pasamos hablando en la Catedral, y me dijo si quería ir a tomar algo.
Y acepté

Acepté la copa, los camarones no se cuánto, el té de después, los besos de más tarde, la noche entera, la semana siguiente, los meses y los mejores últimos 6 años de mi vida.



va para K, para V, y para L

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