Wednesday, April 13, 2011

OZ

En la quinta andábamos en bici todo el día. Kilómetros y kilómetros.
Llegar al viejo campo de entrenamiento de la AFA era como un shot de adrenalina. Era tan lejos que llegabas a pensar que quizá no vieras nunca más a tus padres, o algo.
El asunto era: te despertabas lo más temprano posible (o te despertaba Inés golpeando la persiana de tu cuarto), te lavabas los dientes, te ponías el pantalón de corderoy azul marino, polera y shetland y a la bici, sin más.
La mía era una celeste como de cross, marca Fiorella o algo así. Es ese momento me parecía lo más. Ahora que lo pienso, era vomitiva. En el manubrio tenía como un tubo con goma espuma, cubierto con una especie de tela impermeable que se cerraba con un velcro.
Un domingo a la mañana, cuando me subo, veo que del velcro ese, salía una puntita de papel.

"Nos fuimos a Buenos Aires porque mi mamá quiere ver al Papa. Un beso, Inés"(sin acento, eh? al Santo Pontífice mismo que resultaba estar de gira por Argentina (pará, se dice "gira", así como con un rockstar?!?))


Mucho después, viene El Julio de OZ y manda "It's life. You just have to live the bloody thing."