Thursday, June 15, 2006

LALO

Lo que mejor me sale es rehogar la cebolla.
Sofi me enseñó una vez. Me dijo: cuando se pone transparente, ahí agregás la zanahoria rallada bien finita.
Y el aroma. Plis, el aroma ese que te transporta.
Imaginate, estás en tu cocina, son como las ocho, ocho y media a más tardar.
Tenés un hija jugando ahí atrás, parece que ella es Hillary Duff, pero canta mejor. Cada 75 segundos te dice "mirá".
Las dos saben, claro, que no vas a "mirar" cada vez, pero nimporta.
Cortaste no sé, ponele, medio kilo de cebolla blanca.
- Por qué hace llorar, Delores?, te pregunta Hillary.
Pero a vos no te hace nada, porque Sofi, además, te enseñó a cortarla bien.
Apenas de oliva. Así, un chorrín, y con el fuego bajo.
Figurate un esquinero a medio metro, con todo lo que necesitás dentro.
Sacás un encendedor del tupper de los encendedores que roba compulsivamente tu chico, pero lo dejás a un costado, mejor.
Volcás la cebolla en el aceite y es una fiesta.
Y mientras tu hija se menea, vos te transportás.
Te prendés un cigarrillo.
te deslizás por la puerta del bajo-mesada hasta el piso.
La rubia te encara: qué vamos a comer?

Arroz con pollo.
Pero todavía falta.