La Burli me prestó gentilmente su cámara fotográfica antes de mi viaje (que la oxigenación de mi pelo nunca me permitió poner en funcionamiento a pesar de ser lo que Loli había descripto como "rudimentaria"). Esto me dejó en deuda con la niña. y cuando pregunté qué querría como regalo, Loli dijo sólo dos palabras “Hello Kitty”.
Sorprendida recorrí Canal Street y las calles del Chinatown entre las falsas Louis Vuitton y Prada en busca de Kitty, el mismo gato regordete marca Sanrio que inundaba mis cajones de niña. Porque cuando éramos chicas mis amigas y yo teníamos el "cajón de las cositas lindas" que atesoraba todos los productos Hello Kitty, Little Twin Stars, Patty & Jimmy y una tal Betsy Clark que era una versión más lacónica de la silvestre Holly Hobby. Todo vuelve, pensé y tuve una horrible imagen de mi misma enfundada en un jean nevado. (Dios, no permitas que eso suceda, también pensé).
A los pocos días la madre generosa de la niña decide hacerle un regalo y escribe a New York: “Encontré algo que quiere Martina, unas Nikes por las que muere” y pone la condición que no sean regalo si no que yo simplemente oficie de compradora.
Partí rauda a Niketown, la respuesta para muchas plegarias. Ahí las conseguí en la 57 y la 5ta, pero al verlas tuve mis dudas. “Son como perladas y con ribetes rosados, Loli. ¿Son esas?¨. (La foto es unos minutos antes de ir a pagarlas a la caja mientras hablaba con Loli).
Eran esas nomás, pero porque madre precavida vale por dos (por dos años) el talle que me hizo comprar era enorme y la niña no podrá usarlas hasta dentro de bastante tiempo, dos años probablmente.
“No importa. Me gusta mirarlas¨ parece que dijo la Burli cuando las vió.
Charlotte
pp Loli
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