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Luego de tan infortunados intentos de obtener respuestas de tu parte, hé aquí mi manifiesto, casi una ética:

Puedo esperar muchísimo tiempo más. Casi, el que sea necesario.
Estoy dispuesta a perseguirte. Quizá sin que te des cuenta. Pero ahora ya sabés. Voy a estar por ahí.
No se me caen los anillos, ni ningún otra cosa. Casi no tengo dignidad. Puedo seguir acechando en silencio.
Supe guardar composturas. Ahora, me permito el insomnio del llanto. Sólo duermo cuando me deshidrato.
Tené en cuenta que ya cambié de religíon 3 veces (para poder pedirle al mismo Dios en variados rezos), y en mi última experiencia tuve que ayunar largo y tendido. Sabrás comprender la delgadez de mis dedos, los que te escriben.
Ya cumplimos el centenar de cartas, toda mías. Hasta que no sea milenario no paro.

y además de todo, me rasgo las vestiduras