Rayos del sol a la hora del sol
Sigo sin comprender si soy el ombligo del mundo o si fue todo una mentira.
Digo, mientras tanto, me dedico a otra cosa.
Miro para atrás. Fijo la vista en aquel punto lejano. Y entrecierro los ojos para que parezca acaso algo más.
Después abro la boca, pero poquito.
Y digo. Para reconocer el terreno. Para escuchar lo que no tengo que nombrar.
Y me retiro.
Tengo un uno.
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