Wednesday, December 31, 2014

QUIÉN IBA A DECIR?

Ayudame. No quiero que el lago me parezca normal.

Haceme acordar. No que hace 3 años y medio, cuando nos mudamos, yo estaba maravillada? Si desayunábamos todos los días en la orilla, con los patos y las nutrias.

No quiero que el lago me parezca normal. No quiero olvidarme de cuando el jazmín de leche era mínimo, una ramita flacucha y medio pelada. No quiero creer que siempre fue la mata gigante y rebosante de hojas y brotes y flores que es ahora. Antes había columna, ahora hay sólo jazmín. Quiero grabar la columna en mi memoria.

No quiero que el lago me parezca normal. Tiene que darme impresión lo poco que hace que Rosa ocupaba no más que mi antebrazo. Quiero saber y recordar el exacto momento en el que dejó de llorar como un recién nacido, en el que dejó de dormir como una ranita. No quiero acostumbrarme a su tamaño ni a su voz. Quiero maravillas, milagros.

No quiero que el lago me parezca normal. Ni el camino hacia la escuela de Lolo, ni los teros, ni los caranchos.

No quiero que la inflexión se me vuelva borrosa.

Quiero saber muchas veces por día que hubo un tiempo en el que tenía 18 y no me imaginaba todo esto. Esta fortuna.

Quiero mirarte a los ojos y vernos comiendo galletitas de canela, tomando café en la plaza esa de Callao. Quiero vernos y reirme de nuestra inocencia. Pensar en nuestra inocencia y luego caminar por el pasillo de casa y ver tres camas ocupadas. Mirar por la ventana y ver teros, coipos, caranchos, jazmines, sauces y el lago.

Ese lago no es normal.
Menos mal.